Las personas de la tercera edad no son un grupo homogéneo tenemos que estar conscientes que cada uno de ellos tiene necesidades y una historia particular que debe ser respetada, por lo tanto, no podemos llegar y tratar de cambiar un estilo de vida y en especial una alimentación que ha mantenido durante toda su vida, sin mencionar que también puede estar involucrada su cultura o creencias religiosas porque como sabemos estas pueden incluir o prohibir distintos alimentos. Por otra parte, la mayoría de las ocasiones en las que un adulto mayor cambia su alimentación es porque su estado de salud se está viendo afectado por alguna patología, el hecho de que se le haga una prohibición o limitación de los alimentos que son de su preferencia complica más la situación y evita que la persona se apegue al tratamiento. En mi opinión, pienso que es muy lamentable que como sociedad esperemos a que aparezca alguna patología para poder cambiar nuestra alimentación favorablemente teniendo en cuenta que si la practicáramos desde una temprana edad podríamos prevenir futuras complicaciones.
¿Cómo afectan los factores socioeconómicos en la conducta alimentaria del adulto mayor?
Los adultos mayores por lo regular no tienen una fuente de ingresos segura, algunos pueden estar siendo beneficiados con alguna pensión sin embargo hay quienes aún tienen que trabajar para tener un alimento en su mesa pero como sabemos en esa etapa de la vida es difícil que se les conceda un trabajo que les permita satisfacer sus necesidades, por lo tanto esto puede ocasionar problemas económicos que les impiden alimentarse de una manera correcta teniendo como consecuencia enfermedades como la desnutrición.
Como conclusión me parece que no podemos imponer un régimen alimentico a un adulto mayor, sino más bien enseñarles cómo pueden alimentarse de manera correcta sin tener que intervenir negativamente en sus costumbres, economía y su estado de salud.
Referencia:
Gutierrez Robledo, L., Picardi Marassa, P., Aguilar Navarro, S., Avila Funes, J., Menendez Jimenez, J. and Perez Lizaur, A. (2010). Gerontología y nutrición del adulto mayor. México: McGraw-Hill Interamericana.
Sí bien tocas el aspecto económico, considero que como Licenciados en Nutrición su preparación les proporciona para educar, guiar a esta población a llevar una alimentación adecuada.
ResponderBorrarMe parece importante recalcar el punto donde mencionas que no haya un régimen alimenticio, sino más bien educación alimentaria. Pues aunque los adultos mayores pueden estar en una situación económica precaria, bien pueden cumplir con una dieta equilibrada y rica en nutrientes aún con lo poco que tengan al alcance.
ResponderBorrarEs importante la cuestión económica, ahora a esto sumarle los cambios de hábitos, sin duda alguna es una ardua tarea para nosotros como futuros nutriólogos. Aunque, no por ser una tarea difícil se deberá renunciar a intentar y hacer nuestra labor que es el mejorar la calidad de vida de las personas, a través de la alimentación. Se deberá buscar una estrategia, bien sea explicando las complicaciones que podría generar si mantiene esos hábitos, o en caso de tener una patología las consecuencias y costos que deberá pagar de seguir así.
ResponderBorrarComente en alguna vez, que el cambio de hábitos se debería tratar de forma integral, colaborativamente con otros profesionales de salud, para hacer más efectivo el tratamiento.
Desde una perspectiva integral deben considerar al adulto mayor como la suma de etapas anteriores; donde se formaban hábitos en la infancia, se reafirman y crean nuevas en la adultez y en la senectud están arraigados dichos hábitos.
ResponderBorrar¿Qué aspecto es determinante en la modificación de hábitos en la senectud, lo económico o los hábitos arraigados?
Pienso que lo más determinante sería modificar los hábitos arraigados ya que es más complicado cambiar la manera en que se ha alimentado toda la vida una persona que adaptar una dieta a sus posibilidades económicas, claro esto no quiere decir que sea imposible, sin embargo no se pueden cambiar de un día a otro los hábitos que se han formado desde la infancia, es todo un proceso y como futuros nutriólogos tenemos el compromiso de adaptar el tratamiento a las necesidades del paciente y buscar estrategias que hagan más sencilla la modificación de la alimentación y pueda haber un mejor apego al tratamiento teniendo resultados más favorables.
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